lunes, 9 de diciembre de 2013

leyendas de jalisco

Leyendas de Jalisco:



 El Cerro de Don Pedro.
Le llaman Cerro de Don Pedro porque en el suroeste del caserío,por el rumbo del nuevo campo de aviación vivía un Sr. Llamado Don Pedro. Se escuchaban comentarios que era un bandido de la región el cual se escondía por la sierra, otros que eran santos nacidos en el pueblo de Talpa.
Todos los coetáneos sabían que este hombre los ayudaría en sus problemas difíciles si lo visitaban en su guarida. Era una escabrosa ladera del cerro. Hay supersticiosos que dicen que al avanzar unas docenas de metros para el interior, se escuchan diferentes ruidos, murmullos, llantos de mujeres inconsolables y también como que dejan caer costales llenos de monedas de oro; ya que hubo personas que decían que dentro de la cueva había huesos, calaveras y otros objetos. Todo esto de cuando se escuchaban rumores que se iban a venir asaltantes al pueblo, todos los señores querían esconder a sus hijas en la guarida de Don Pedro, cuando viajaban hacia allá les brotaron los hombres armados y ellos alcanzaron a meterse pero les iban siguiendo la huella ya que sabían que los más grandes tesoros de las familias eran sus hijas veinteañeras. Los hombres bandidos brotaron por todos lados, lucharon con los padres de las jóvenes siendo éstas fuertemente forcejeadas.


Cuentan que la muerte de estas gentes en la cueva de Don Pedro es la razón de que haya tanta osamenta desperdigada y también de que se escuchen gritos de mujeres cuando alguien allí penetra.
La carretera de Mexicalzingo
Esta leyenda narra sobre la grave penitencia que tuvo que pagar un hombre acaudalado por prometer y no cumplir el pago de una manda.

Cuenta la leyenda que dicho hombre acaudalado, al verse aquejado por una grave enfermedad prometió al párroco y a viva voz ante el altar, terminar de construir la iglesia del pueblo de Mexicaltzingo, si se le concedía la salud. 

Cuando su petición fue milagrosamente concedida, el hombre procedió a hacer grandes planes para su obra prometida, pero pronto los olvidó por la alegría de estar de nuevo en buena salud. Al paso de los años, el párroco murió y también el rico comerciante y la obra nunca se vio empezada. Cuenta la leyenda que luego del "novenario" de éste último, la gente del pueblo vio varias veces una pesada carreta fantasmal cargando rocas dirigirse a la iglesia y desaparecer dentro de ella. 

La gente del pueblo interpretó esto como el alma del comerciante penando por pagar lo que no había hecho en vida.
HASTA LOS MUERTOS VISITAN TALPA
Según se cuentan a Talpa vienen hasta los muertos de peregrinos porque no terminaron sus promesas y los han de cumplir, en una ocasión un peregrino al entrar por el atrio de la basílica de nuestra Señora de Talpa,miró a un conocido que tenia varios años que no veía , le dijo que solo saludaba a la Virgen y se veían en el mismo lugar de su encuentro, tardó solo algunos minutos y cuando regresó nunca encontró a la persona. 
Unos meses después fue a visitar a sus familiares y les preguntó por dicha persona pues según él no había querido saludarlo y platicar un momento, cual fue su asombro al decirle que esta persona que había visto en el atrio había fallecido hace 5 o 6 años.

Las monedas 

Se dice de un señor que residía en la ciudad y tuvo que partir a la costa para arreglar asuntos de negocios con sus terrenos. Partió en la tarde, pero no llegó a su destino pues fue asesinado en una emboscada. 

Se dice que murió antes de anochecer; sin embargo, en la noche cuando su familia se encontraba dormida, su hija mayor le vio llegar. Al verlo, él le dio ordenes de seguirlo en silencio, la llevó al escritorio de donde sacó un compartimiento con monedas de oro, dejó instrucciones y rato después partió a un viaje largo, según lo que el ánima contó a su hija. 

Al día siguiente la terrible noticia llegó a oídos de la familia, la muchacha platicó lo que había pasado con su padre la noche anterior, aunque aquella noche que fue asesinado logró defenderse y matar algunos culpables de la emboscada.

LA CUEVA DEL CERRO DE LA MINA

Leyenda escuchada en Yahualica, Jalisco Hay aquí un lugar que le dicen el «Cerrito de la mina», que ya está registrado y protegido por Antropología y no dejan que destruyan porque parece que ahí fue como un santuario de los caxcanes -anticipa el artesano Rogelio Herreras Benavides, quien vive en Yahualica. Foto de Homero Adame Cuentan que debe de haber un tesoro muy grande allá porque aquí en Yahualica hay un viejito -don Manuel, parece que se llama- que sí conoce muy bien por ahí porque desde chico era minero y él se mete y encuentra oro. Pero yo creo que ahí no hay tesoros, más bien hay vetas de mina. Ese señor toda su vida ha tenido dinero, y todo el tiempo se la pasa allá en el cerro. Hay algo muy curioso en él porque uno lo ve ya todo bien acabado -está viejito, ¿verdad?-, pero se va al cerro unos días y luego uno ya lo ve y está muy bien, enterito, hasta parece joven. Quién sabe cómo se curará. Uno lo ve acabado y luego viene rejuvenecido y forrado de oro. Algo sabe que nadie más sabe. Leyenda de Homero Adame. Pero sí hay una leyenda que se platica de ese cerro. Cuentan que hay una cueva que en Viernes Santo se abre a las 8 de la mañana. Dicen que llaman a misa -yo nunca he estado cercas ahí a esa hora ni en ese día-. La entrada a la cueva está en el cerro por donde sale el sol y la salida es por donde se oculta el sol, al poniente, ¿verdad? Hasta cuentan que un padre que hubo aquí, el padre Severito, quiso desentrañar el misterio de esa cueva, pero nada, nunca supo qué sucede ahí. Leyenda escrita por Homero Adame. Entonces la leyenda dice que primero se escucha que llaman a misa, que suenan las campanas, y el que se mete ahí está en el transcurso de la misa, pero si no se sale antes de la bendición, entonces se queda adentro todo un año. Para esa persona es como un instante, pero para los que están afuera es un año entero. Cuentan de un muchacho de Guadalajara que eso le pasó una vez. Resulta que se había acabado de casar con una muchacha de aquí y la señora pues lo mandó a la leña y ahí andaba temprano en el cerro cuando escuchó las campanas que llamaban a misa. Foto de Homero Adame Entonces se metió a la cueva porque pensó que era una misa de a de veras y ya no volvió. Nombre, cuando salió, hasta el otro año, se encontró los esqueletos de sus burros ahí muertos donde los había dejado atados, y ya luego regresó a su casa y su esposa ya había dado a luz a un chiquillo y dijo él: “¿Pos cómo, si tú y yo casi no hemos tenido que ver nada?” Y la mujer le dijo: “Pos cómo no, si antes de que te fueras, luego de la boda, me dejaste preñada.” Y como él se hizo perdidizo ya no lo hallaron y pensaron que se había muerto o que se había largado para dejar sola a su mujer. Pero ya después le explicaron eso de la misa misteriosa y entendió que había estado perdido todo un año, aunque a él sólo se le hizo un instante.

La tumba de las rosas 

Esta leyenda trata de una señora, quien, caminando por el campo tropezó con algo en el suelo. Miró hacia abajo aquello que estorbó su caminar y encontró a sus pies un crucifijo roto. En ese momento lo recogió y lo llevó a su casa, allí lo puso en su sala, llenándolo de flores y de veladoras, y así fue como siempre trató la señora al Cristo roto. 

Nunca le faltó ni una rosa y siempre le ponía una veladora. Así llevo su vida hasta que un día enfermó de gravedad. El doctor determinó que no se podía hacer nada. Su familia, triste a su lado, escuchaba como la señora les decía “no lloren, pues el señor me dijo en un sueño que, así como lo recogí y lo llené de flores ahora él llenaría de flores mi tumba y nunca habrá día en que me falten flores como a él no le faltaron”. 

Y así fue, la señora falleció y un par de días después comenzaron a salir flores sobre la tumba, pero de una forma peculiar. En vez de crecer y salir hacia arriba, las flores conformaban dos salientes que parecían proteger en un constante abrazo, la tumba de aquella señora. Hasta hoy no hay día en que falten flores en la tumba de esa generosa señora.

LO CONFUNDIÓ CON UN ENANO EBRIO

Ovnis en Tuxpan Por el espacio de los colosos de Colima, que en realidad están en Jalisco, son muy frecuente los avistamientos de Ovnis. Hasta se habla de una base en alguno de los dos volcanes… “El de fuego” y “El Nevado”. Por ejemplo, en la década de los sesentas, un ovalo luminoso se observó por l5 minutos aproximadamente por arriba del cerro “Cihuapill”, al poniente de la Ciudad de Tuxpan Jalisco, tiempo suficiente para que se tomara una foto que le dio la vuelta al mundo en la T.V. Esto fue como a las seis de la tarde.
En otra ocasión, dos amigos regresaban a dicha población un domingo por la madrugada, venían de la Cd. de Tamazula; doblaron un entronque, seguía una recta con cañaverales a los lados... La observaron en silencio al empezar a adentrarse a la solitaria carretera, uno de ellos vio la hora, las l2.l5 A.M… De pronto, se iluminó el interior del automóvil con una gama de luces multicolores tan intensas, que el que manejaba disminuyó la velocidad para no sufrir un accidente. El radio dejó de trasmitir oyéndose solamente un zumbido; buscando desesperadamente de donde provenía aquello, el de la derecha sacó la cabeza y volteo hacia arriba quedando estupefacto, una nave ovalada encima de ellos, era la que les proyectaba aquella luz. El conductor entonces también la vio; instintivamente aceleró, el extraño artefacto dejó entonces de enviarles aquellas luces directamente, en un claro mensaje de que no querían causarles daño, desviando los potentísimos haces hacia los cañaverales, o metros mas adelante sobre la carretera.
Con el pánico reflejado en sus rostros, el conductor aumentaba la velocidad más y más. El ovni, que no producía el menor ruido se mantuvo así unos segundos, para enseguida dispararse a una increíble velocidad en dirección a los volcanes, distantes quizá a unos treinta kilómetros al suroeste; inmediatamente el radio volvió a funcionar; sin bajar la velocidad tardaron quince minutos mas en llegar a la población... No podían creer lo que habían vivido.
Estos antecedentes pueden relacionarse muy bien con lo siguiente: La humilde muchacha, diariamente efectuaba aquel recorrido de su casa a la tienda de abarrotes donde trabajaba, esto era muy temprano, como a las cinco de la mañana, mucho antes de que amaneciera.
Un buen tramo lo caminaba por un lugar solitario en las afueras de la población, pues era el camino mas corto desde su casa que estaba en la periferia; utilizaba una linterna, y se desplazaba con cierta tranquilidad pues ya estaba acostumbrada. Como a la mitad del trayecto, había un pozo de agua potable de donde se bombeaba el preciado liquido para la población; A un lado, abruptamente, iniciaba una profunda y estrecha barranquilla con árboles en el fondo, que incluso sus frondosas copas se podían ver casi al ras del camino, débilmente iluminadas las ramas mas cercanas por los dos focos exteriores de la caseta.
Esa madrugada era una de tantas, Chepina apresuraba el paso pues estaba un poco retardada; su linterna en esta ocasión taladraba con dificultad la gruesa neblina que flotaba esa mañana; distinguió a la distancia las luces del pequeño edificio de la bomba, pero al acercarse vio entre la niebla y moviéndose en dirección a ella, lo que le pareció un enano ebrio por su forma de caminar, en zigzag. Sumamente extrañada y armándose de valor continuó caminando.
El cielo estaba encapotado; cuanto mas se acercaba aquella extraña figura, Chepina se intrigaba e inquietaba gradualmente. Al estar aquello a diez metros se empezó a asustar, lo que suponía un enano ebrio como la única explicación que le encontraba, ya no lo pensó así, entre la densidad de la bruma distinguió claramente un ser de pequeño y delgado cuerpo con una enorme cabeza, la cual movía hacia los lados como para balancearse.
Unos pasos mas y quedaron frente a frente... Entonces la muchacha profirió un grito y después otros mas grandes que ya fueron alaridos, aquello no era de este mundo, como después lo platicó; la enorme cabeza de aquel ser, su color, lo distinguió perfectamente a la luz de su linterna y de los focos de la caseta; era completamente negro, pero de un negro esmaltado, como metálico, con pequeños orificios, tal vez, ojos, nariz, boca; sus brazos, tan enormes que parecían tentáculos. Y por supuesto, desproporcionados al tamaño de su cuerpecillo; lo que parecía ser su parte del pecho y sus pies, eran de color plateado grisáceo. Lo curioso fue que con los gritos de la chica, aquel ser también se asustó y claramente vio Chepina, cuando se impulsó en lo más parecido a un clavado hacía la profunda barranquilla, como volando, desapareciendo en la negrura de esta.
Todavía gritando regreso a su cercana casa corriendo, toda la familia y los vecinos salieron alarmados; casi a punto de desfallecer de pánico, la sostuvieron para que no cayera, la acostaron; al cuestionarla sobre __¿Qué te sucedió? ... ¿Qué te pasó? ... ¿Qué viste?___ la pobre muchacha solo contestaba ___ ¡Vi al Diablo! ... ¡Vi al diablo!___
Tacho, el velador del pozo de agua escuchó aquellos desgarradores gritos; estaba seguro que se trataba de Chepina, la joven que diariamente pasaba antes del amanecer camino a su trabajo, y que lo saludaba amablemente. Tomó su revolver y salió apresuradamente, la neblina tan intensa, apenas le permitía ver a escasos metros; con su linterna vio otra linterna en el suelo… La que gritó la soltó encendida seguramente muy asustada.
De pronto a su derecha... En la profunda y angosta barranquila, una intensísima luz iluminó los árboles; no salía de su asombro cuando un objeto ovalado que destellaba luces multicolores, lentamente y en silencio emergió hasta la copa de los árboles, para enseguida dispararse a increíble velocidad rumbo a los volcanes.
El velador boquiabierto solo pudo exclamar ___ ¡Ave Maria Purísima! ... ¡Ahí van los Marcianos!___
F I N

Pada Oda 
Popular hombre delgado que traía un palo de escoba en lugar de bastón para apoyarse, es conocido porque vendía billetes de lotería en el centro sin un lugar fijo en las avenidas López Cotilla, Colón y Pedro Moreno. Su apodo se lo pusieron porque no podía pronunciar “para ahora” y decía “pada oda”. 

Con el tiempo, se le entendió un poco más que antes, pues era un poco mudo y tenía problemas de la dentadura. 

Él decía que le debieron de haber dado dinero en lugar de haberle hecho una escultura y una pintura, misma que se encuentra ubicada en la calle 16 de Septiembre entre López Cotilla y Madero en la agencia de la Lotería Nacional

TREN FANTASMA.

El entusiasta viajero, un muchacho que le gustaba llegar a las playas de Colima al amanecer. Como en otras ocasiones, esperaba el tren pasajero de la madrugada en la vieja estación de Tuxpan, Jalisco.
Esta vez iba solo, sus habituales amigos no pudieron o no quisieron acompañarlo. Todo estaba escueto pues, en ese servicio nocturno Guadalajara, Manzanillo, ni siquiera abrían la taquilla; lo pocos pasajeros que a veces abordaban el tren pagaban su boleto una vez arriba.
Vio la hora un poco inquieto por lo tétrico del lugar, en que solo se escuchaban en los árboles algunas lechuzas, la una y media de la madrugada; faltaba mas de media hora, por lo general pasa a las dos y quince de la oscura noche, pensó.
Acababa de hacer esa reflexión, cuando oyó a lo lejos el melancólico silbato del ferrocarril que se acercaba…
¡Vaya que extraño pita ese tren!... ¡Además viene adelantado!... ¡Que raro!...
Observó el fanal de la luz de la máquina que se aproximaba rápidamente… Y cuando estuvo muy cerca no daba crédito a sus ojos… El ferrocarril era totalmente anticuado, como del siglo diecinueve. Iluminados los vagones interiormente, no lo podía creer… Los pasajeros, hombres y mujeres vestían muy elegantes; parecían aristócratas, pero sus finas ropas eran de antaño…Quedó anonadado cuando frente a el, a través del cristal… estaba ni más ni menos que don Porfirio Díaz… sí, no había duda; era el que fue presidente de México cuando estalló la revolución de 1910. Otro vagón iba lleno de oficiales y soldados federales.
Desconcertado, pero concluyendo que tal vez eran actores de alguna compañía teatral caracterizados con esas ropas, decidió abordarlo cuando ya empezaba lentamente su marcha después de parar cinco minutos. Entonces con resolución brincó al escalón de ascenso de un vagón con poca gente pero… Se fue de bruces quedando sobre los durmientes boca arriba, viendo estupefacto como el tren pasaba sobre el pero transparente… no era materia, era un espejismo, un fantasma… O quizá en otra dimensión era un hecho real y actualizado. Vino a su mente la teoría de Einstein y la relatividad del tiempo que en algunas circunstancias se puede manifestar, estando en el lugar y en la hora adecuada.
Recordó entonces lo que había escuchado de los ancianos. Que esa era una ruta frecuente del general Porfirio Díaz, Guadalajara, Colima… Ya se alejaba el tren fantasma con su pitar melancólico y extraño, muy extraño.

EL ÁRBOL

El frondoso follaje del fresno que se alzaba en la calle, lo observaba diariamente desde el cómodo sillón en su casa, cuando el fresco viento de la tarde mecía suavemente sus ramas.
Eran tan tupidas sus verdes hojas, que sus vibraciones infinitas parecían un gran calidoscopio ante su mirada fija,que cada vez le costaba mas trabajo sustraerse de verlas por varias horas, como hipnotizado.
Ese día llevaba ya buen rato viendo el árbol. De repente notó que una figura del colorde las hojas se movía entre el follaje; concentró su mirada y vio a una especie de duende del color de las hojas que hacía acrobacias y se reía con el, luegodesapareció.
Al siguiente día, incluso lo buscó, ahí estaba. Se dio cuenta que le hacía señas para que fuera con el, se levantó del sillón y de un salto penetró entre las hojas… Y brincó con el duende imitando sin dificultad sus maromas acrobáticas.
No supo cuanto tiempo pasó hasta que regresó a su sillón. No lo comentó para nada consu familia. Al siguiente día igual y los días subsiguientes… El duende se convertío en su mejor amigo… A veces veía al duende sentado en su sillón, y el desde el follaje brincaba y saltaba obteniendo su aprobación que hasta le aplaudía.
Cada vez le costaba más regresar del árbol a su sillón, perdía la noción del tiempo… Hasta que se quedó por completo entre las hojas sin encontrar la salida. El duendecillo desapareció y el no podía regresar; vio que lo buscaban por toda la casa sin encontrarlo… El les gritaba angustiado que estaba en el árbol entre el follaje, pero no lo escuchaban.

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