La batalla de
Puente de Calderón
La Batalla del Puente de Calderón 17 de enero de 1811
fue una victoria militar de los realistas sobre las fuerzas insurgentes
mexicanas durante la Guerra
de Independencia de México, librada por la posesión del Puente de Calderón, en el municipio de Zapotlanejo, a unos 60 kilómetros
al este de Guadalajara, México.
La victoria de las tropas realistas en la batalla
del Puente de Calderón puso fin a la insurgencia del cura Hidalgo -que poco
después sería capturado y fusilado-, constituyendo el último episodio bélico de
la primera etapa de la Independencia de México, que se consumaría al cabo de diez años.
Antes de la batalla, los jefes insurgentes
discutieron sobre la estrategia. Hidalgo había decidido no presentar batalla
dentro de la ciudad. Aceptando el parecer del cura, los insurgentes salieron de
la ciudad entre el 14 al 16 de enero
hasta el campo raso cercano al puente, donde acamparon la noche del 16 y
entonan cantos religiosos. Calleja desertara y se pasara al bando insurgente.
El 13 de septiembre, Hidalgo decidió salir de Guadalajara
para enfrentar a las fuerzas virreinales. Tardó dos días en desplazar sus
huestes al campo cercano al Puente de Calderón. Para entonces, las disputas con
Ignacio Allende eran irreparables. Al despuntar el 17, las tropas de Calleja se
enfrentaron a las insurgentes, que parecían superiores y que, como todos
coinciden, empezaron a ocasionar numerosas bajas a los virreinales.
Lamentablemente, el precario depósito de armas y municiones de los insurgentes fue
envuelto por las llamas. El incendio se extendió por el seco campo de enero, y
las fuerzas rebeldes emprendieron la huida. Contra lo que pudiera pensarse, las
bajas insurgentes no fueron las determinantes para el fracaso militar, sino su
deserción.
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